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miércoles, 25 de septiembre de 2013

Oktoberfest, tradición servida en jarras

Como viajero que soy y gran amante de la cerveza, es de gran placer para mí describir una fiesta de fuera de nuestro país, conocida por todo el mundo y la que hay que probar al menos una vez en la vida. Desde hace 200 años Alemania recibe a más de 6 millones de visitas entre septiembre y octubre dispuestas a participar en una de las mayores fiestas del mundo: la Oktoberfest.
Esta fiesta es una celebración comúnmente asociada a la cerveza y extremadamente esperada entre los alemanes. Es su legado tradicional y la protegen económicamente sobre cualquier cosa.

Theresienwiese (Prado de Teresa) durante la Oktoberfest.
El comienzo de dicha fiesta data de 1810, y fue, en un principio, la celebración de la boda del príncipe de Baviera, que consistió mayormente en carreras de caballos. Tras el éxito que trajo se continuó celebrando año tras año, pero trasladándola a septiembre y octubre para aprovechar un mejor clima. Debido a la gran afición profesada por los alemanes hacia el alcohol, y sobretodo hacia la cerveza, todos los años se iban trayendo más y más litros hasta llegar a las cantidades de hoy en día que podrían alcanzar los 7 millones de hectolitros.

Lamentablemente, la Oktoberfest ha tenido múltiples ocasiones de cancelación. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial se sustituyó por la Herbfest, como versión más modesta debido a los problemas económicos. A parte de esto, también ha habido epidemias y urgencias graves con capacidad de cancelación.
Una banda musical vestida con trajes tradicionales bávaros.
La fiesta comienza el 17 o 18 de septiembre con un desfile, como no. Toda gran fiesta tiene su desfile propio y tradicional, y en Munich, que es donde se celebra, desfilan los propietarios de cervecerías en carruajes junto al alcalde. Estos propietarios han de poseer una carpa en el Prado de Teresa, porque se dirigen a allí, desde el centro. Los carros también soportan el peso de barriles y barriles de cerveza que más tarde serán destapados. Cuando se llega al Prado, el alcalde es el encargado de abrir a las doce en punto el primer barril de cerveza, y catarlo,  a lo cual seguirán doce cañonazos que indica a todos los propietarios que pueden comenzar a servir. Como espectáculo también existe un segundo desfile de trajes tradicionales, sociedades de tiro, bandas musicales...
A partir de aquí se puede caminar a lo largo de todo el Prado de Teresa,entre las carpas y tomando cerveza. La cerveza que se exhibe en la fiesta ha de ser muy selecta y debe ajustarse a los criterios de la Oktoberfest, en general tienen que cumplir con un porcentaje de alcohol determinado. Es por esto que siempre se encontrará gente desubicada, haciendo el ridículo y en definitiva, ebrios. Pero siempre serán ebrios amistosos y agradables.
Unos amigos pasándolo bien en el interior de una carpa.

La fiesta es muy amigable y la gente está contenta, lo que hace que, por ejemplo, si entramos a una carpa, pidamos una pinta y nos sentemos en las largas mesas de dicha cervecería, las personas que se sienten a nuestro lado nos saludarán aunque no nos conozcan y se hará chin-chin con todos los presentes. Las bandas musicales ofrecen un ambiente único, y las canciones tradicionales las canta todo el mundo. 

La fiesta prosigue así durante 30 días hasta el 17 de octubre.También hay que añadir que la emigración alemana ha provocado diferentes imitaciones de la Oktoberfest por todo América, desde Venezuela hasta Canadá.

Fuente Imagen 1
Fuente Imagen 2

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